En 2020, Scott Redding en Phillip Island consiguió su primer podio de Superbike en su debut con la Ducati. Recién salido de su triunfo en el BSB, había llegado a pocas milésimas del éxito, superado en el sprint por las Kawasaki de Alex Lowes y Jonathan Rea. Dos años después, el británico está en plena crisis: se ha marchado de los Reds para reactivar la fortuna de BMW y en cambio los problemas crónicos del acorazado alemán le están hundiendo. Despedir a Tom Sykes y centrarse en ReddingPower con la nueva versión M 1000 RR fue presentado como un punto de inflexión por parte de la alta dirección de la empresa, pero es aún peor. Está claro: el problema no son los drivers, sino todo lo demás. La primera carrera australiana fue un corolario de errores y horrores. Redding no fue rápido en mojado, que era la especialidad de la casa, y mucho menos en la segunda parte de la carrera. ¿Y podemos hablar de la estrategia de parada en boxes? Un desastre…
La caja llama, Redding no contesta
Sin los neumáticos de lluvia, Scott se mantuvo en la pista cuatro vueltas más que Jonathan Rea y Toprak Razgtalioglu, quienes lograron el mejor movimiento entre los grandes nombres (aquí el informe y la clasificación). Con la mayor parte del pelotón en el garaje, Redding también dio dos vueltas al frente, ignorando el letrero «IN» que se agitaba desde el garaje de BMW. Cuando se dio cuenta de que con los slicks los demás rodaban entre 9 y 10 segundos más rápido que él, ya era demasiado tarde. Después de la parada, se retiró de los puntos, 72 segundos detrás del ganador de la carrera, Rea. “Durante la carrera, cuando los demás entraron en boxes, calculé que incluso si hubieran rodado mucho más rápido que yo, habría mantenido una buena ventaja”, comentó Scott Redding. “Pasé dos veces frente al letrero de mi garaje, pero estaba convencido de que quedarme adentro valía la pena. En cambio, cuando vi a Jonathan Rea muy cerca en las pantallas a lo largo del circuito, entendí que no funcionaría…”
Un final desastroso
En la parte central del campeonato, BMW había dado señales de despertar, pero esta final volvió a hundir toda la operación en la crisis más oscura. Redding es octavo en la clasificación, detrás del corsario Axel Bassani, con solo 190 puntos ganados contra 564 de Álvaro Bautista, quien heredó su lugar en Ducati. El expiloto de MotoGP se fue a BMW por dinero, más de un millón de euros frente a la cuarta parte que ofrecía la marca italiana para renovar. Quién sabe si lo volvería a hacer. La gran espada de Damocles es que la mitad del paddock tiene la idea de que el potencial de la M1000RR es considerable, y que el bubón está en la dirección técnica. Las responsabilidades de la crisis se repartirán entre el departamento interno de carreras, en manos del holandés Marc Bongers, y la dirección en pista encomendada al británico Shaun Muir Racing.
Michael van der Mark en el pico
A finales de 2021, en Portimao, el holandés en mojado había conseguido su única victoria desde su regreso oficial, en 2019, aprovechando la lluvia. Sin embargo, en la carrera 1 de Australia, Michael van der Mark se estrelló dos veces: en la apertura de la curva 10 y al final de la curva 4, las dos horquillas. El holandés se perdió dos tercios del campeonato por lesiones el pasado mes de febrero, regresando en septiembre. Pero, una vez que su condición se recuperó, también desapareció del radar. BMW ya disfruta de concesiones de motor y el año que viene también disfrutará de «super concesiones», es decir, de la posibilidad de modificar gran parte del chasis. Quién sabe si la ayuda reglamentaria solucionará la situación. La duda es grande.
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