Assen es una de las cunas del Campeonato del Mundo de Superbikes y una vez más ha escrito una página importante. El evento del fin de semana pasado fue el primero en Europa en la era post covid: no más restricciones, gran asistencia de público (54.496 espectadores durante el fin de semana, parecía aún más), diversión y pasión palpables. Los insiders se hacen muchas preguntas, plantean dudas sobre reglamentos técnicos, dominio Ducati, seguridad y mil aspectos más. Pero a la gente, a los que pagan el billete, parece importarle poco todo esto. Hacen cola en las entradas (y hace mucho que no los veo en Assen…), pasean por el paddock cerveza en mano y van a la caza de pilotos y recuerdos. La vista de las gradas abarrotadas fue emocionante. Al igual que en los viejos tiempos, después de todo.
Holanda es un país por delante
Llevo viniendo a Assen desde 1982 y siempre me han gustado los holandeses: gente muy amplia, astuta y rica. No en vano, a pesar de ser tan pequeño, fue durante siglos una de las grandes potencias comerciales del mundo. Aquí se respira la mentalidad calvinista caminando por la calle al atardecer, observando hermosas casas de un piso sin siquiera una cortina en los grandes ventanales. Aquí nadie tiene nada que ocultar, en el sentido más amplio. En Italia hablamos sin parar de cambios, de revolución energética, de megaestructuras. Discuten poco, pero lo hacen. En estos lugares el sol es una rareza, sin embargo, desde la última vez que vine, ahora hay un florecimiento de los sistemas fotovoltaicos. Así que a simple vista, al menos una de cada tres casas lo tiene, incluso los establos. Leí que Holanda, con apenas siete millones de habitantes, es la tercera nación europea por superficie fotovoltaica instalada. En cada distribuidora han montado mega puntos de recarga de 300 kWh. De hecho, hay tantos autos eléctricos por ahí.
¿Se convertirá la Superbike en Stock?
Eso es lo que clama Federmoto Internazionale, con vistas a abaratar costes, involucrar a un número creciente de fabricantes y restablecer la distancia de rendimiento de MotoGP. Pero Dorna no nos escucha, porque no tiene garantía de que otras organizaciones en todo el mundo cumplan. Para el promotor español sería un desastre que rodaran dos segundos más rápido en Superbike británica, ya que podría vender»el mejor campeonato de series de todos?” Incluso la MSMA, es decir, el organismo que reúne a los fabricantes de carreras, no nos escucha. Las ideas son tan discordantes que en Superbike hoy en día algunos componentes son más «libres» que en la categoría superior. El caso sensacional es la electrónica: en MotoGP hay una sola centralita y software, por este lado todo es gratis. Es cierto que existe la copa del presupuesto, es decir, el precio impuesto de algunos componentes, pero es una limitación que los fabricantes sortean fácilmente.
¿Revolución o cambio lento?
Lo más racional, factible de inmediato, sería intervenir en este punto, siguiendo el camino ya recorrido por el BSB, donde la centralita está libre y los controles de motor están prohibidos. Si todas las partes involucradas marcharan en la misma dirección, sería muy fácil ajustar las reglas sin distorsiones, reduciendo costos y probablemente aumentando el espectáculo. Pero los fabricantes, especialmente algunos (BMW) no nos escuchan. Así que seguimos así, muy conscientes de que el cambio a Superbike llegará tarde o temprano. Mientras tanto, necesitamos entender quién está a cargo: ¿Federmoto o Dorna?
Lucha por el poder
Todo gira en torno a esta pregunta. Durante muchos años, el promotor español ha tenido buenos y malos momentos. La única referencia en términos de regulación técnica era la MSMA, mientras que la FIM estaba aislada de todo. El órgano supremo se limitó a cobrar los derechos, sin molestar a las cajas. Jorge Viegas, el presidente recién reelegido, está presionando con fuerza por un cambio radical. Hace dos años dijo que no era apropiado que Dorna celebrara los campeonatos mayores. No sabemos si está allanando el camino para una alternativa, pero es un hecho que la FIM está recuperando terreno. Mientras tanto, ha colocado a muchos hombres de la FIM en funciones clave que antes controlaba Dorna. Es el caso, por ejemplo, del director técnico, una figura muy importante porque por él pasan todos los controles y verificaciones de los sistemas de balanceo de rendimiento. Durante diez años, el ex piloto Scott Smart pensó en ello, vistiendo la camiseta de la FIM, pero a todos los efectos era un hombre de Dorna. Ahora Viegas ha cedido ese papel al francés Ludovic Reigner, uno de los suyos.
Fuego amigo
En este complicado panorama hay otras dinámicas más sutiles. En las salas secretas del paddock se habla de crecientes contrastes entre los directivos de Dorna que gestionan la Superbike y el plenipotenciario Carmelo Ezpeleta. A quien le encaja a la perfección el giro de las Superbike hacia el concepto Stock, lo ha repetido en varias ocasiones. Si eso sucediera, MotoGP, la joya de la familia, saldría beneficiada en varios aspectos. Es fácil imaginar que a Ezpeleta le convendría ceder posiciones a la FIM en el frente de Superbikes, para que Jorge Viegas no invada el terreno más preciado, el de MotoGP. El futuro está por escribirse, mientras tanto los entusiastas de las Superbikes disfrutan del espectáculo, cervezas en mano. Como siempre ha sido.
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