En 2020 Franco había eclipsado a la estrella de Fabio, hasta el punto de obligarlo a depender de un psicólogo. Hoy, sin embargo, la historia es diferente y para Morbidelli hay un nuevo desafío que ganar
Y pensar que esta sería la temporada de su consagración. Por otro lado, el local era el mejor tras la final de 2020, que le había coronado subcampeón del mundo hasta el punto de Oscurecer la estrella de Fabio Quartararo. Sí, el propio Diablo, el que había arrancado con todos los favores de la predicción a principios de año tras aquel doblete anotado en Jerez y luego derretido como nieve al sol sobre las más bonitas.
Lástima que algo haya salido mal para Franco Morbidelli, ya que este 2021 aún conserva el regusto amargo de una temporada lejos de lo esperado. Franco pronto lo entendió, cuando a principios de temporada Yamaha le confió la única moto no oficial a pesar de haber sido la mejor hasta unos meses antes. Un duro golpe para el romano de Tavullia, cuya decepción se reflejaba en su rostro. Un Franco aburrido y angustiado, con pocas ganas de sonreír, lejanamente relacionado con lo que conocíamos. Sin embargo, no tiró la toalla al contrario, se levantó, superó los problemas y llevó la M1 del equipo Petronas al podio de Jerez tras la cuarta plaza en Portimao.
Ese fue el único rayo de sol de un 2021 en el que Morbidelli tuvo que lidiar primero con su bicicleta, luego con su físico, hasta que se le quebró la rodilla. Un gran golpe, que lo obligó a mantenerse alejado de las carreras durante dos meses. Sin embargo, no todos los males resultan perjudicados. Porque durante su ausencia sucede lo que no esperas, es decir Viñales decide renunciar a su salario de 6 millones para darle una silla en el equipo de fábrica. Todo mientras realiza su propia rehabilitación.
Volveremos a encontrarnos con Franco este fin de semana en su Misano, a pesar de que sus condiciones de salud aún no están en lo más alto. Lo veremos en un papel inédito, el de piloto oficial, pilotando la M1 que tanto esperaba a principios de año y que Yamaha le negó injustamente. A su lado estará Fabio Quartararo, el que en 2019 y 2020 había acaparado todo el protagonismo cuando estaban en el equipo Petronas.
De hecho, el francés había eclipsado el talento del piloto de Tavullia, pero Franco nunca ha perdido la confianza. Trató de apretar los dientes, trabajar, y luego empezar de nuevo, ganando y arrinconando a su compañero de box, hasta el punto de obligarlo a acudir a un psicólogo para encontrarse a sí mismo.
Sin embargo, el Quartararò de hoy es un pariente lejano en comparación con el que dejó Morbidelli el año pasado. Hoy, Fabio se dirige hacia su primer título mundial y es poco probable que se lo vayan a perder como sucedió en la final de 2020. Aincluso Franco es diferente, sellado y lejos del nivel que hace un año le dio su primer éxito de primera clase en Misano.
Sin embargo, los desafíos siempre han sido su pan de cada día. Fue cuando aterrizó en Moto2 desde el paddock de SBK o cuando tuvo que ganar el título de la clase intermedia, sin olvidar cuando se vio obligado a montar ese caballo desbocado que era la Honda de Marc VDS.
Ahora le espera un nuevo examen, estamos convencidos de que tendrá más fuerzas que antes para aprobarlo.
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