Marc demostró en Indonesia que no puede aceptar plenamente su nueva condición. El instinto de montar a caballo caníbal no se puede suprimir, pero se debe hacer
Marc Márquez ya no es el mismo de 2019. Una frase que no quiere decir necesariamente que sea mejor o peor piloto a día de hoy, sino simplemente que ya no es ese fenómeno capaz de arrollar los problemas de su Honda destrozando rivales y compañeros de equipo por turno. El español dejó de ser ese Marc en Jerez en 2020cuando en el apogeo de una poderosa remontada le pidió demasiado a una moto quizás inmadura, que lo castigó dándole un golpe en el brazo y hiriendo su orgullo.
Han pasado dos años desde ese día miserable y las cosas no solo han mejorado para Márquez, quien ha pasado por tres cirugías, una gran cantidad de fisioterapia, para luego volver a caer en la pesadilla de la diplopía en noviembre. Una serie de lamentables hechos, por hacer citas literarias, que desde luego no habrían dejado indemne a nadie y de los que no perdonó ni el ocho veces campeón del mundo.
Sin embargo, al menos según sus palabras, Marc estaba listo para probar suerte en la pista en 2022 con un enfoque diferente y más conservador. Una forma diferente de correr obligada por sus condiciones físicas, que distan mucho de ser perfectas. El brazo derecho y en especial el hombro le obligan a conducir en una posición no del todo natural y con el temor de que una caída con impacto en esa zona pueda tener consecuencias catastróficas sobre una fractura que tardó demasiado en sanar, creando una serie de de problemas colaterales en el hombro derecho ya maltrecho en el pasado. ¿Recuerdas la palmadita de Scott Redding que le hizo ‘salir’ en el hombro tras su victoria en Motegi en 2018? Marc lo recuerda bien.
El brazo derecho de Márquez es frágil, su hombro aún más frágil
El verdadero problema de hoy quizás esté relacionado con la diplopía que se produjo en noviembre tras la caída en una enduro. Afortunadamente, no se necesitó cirugía para arreglar las cosas y Marc pudo volver a subirse a su Honda en Malasia.. Los médicos que lo trataron fueron muy claros y el propio piloto admitió con franqueza que ahora tiene una verdadera debilidad en el nervio del ojo derecho. Una especie de pequeña bomba de relojería, lista para explotar en caso de nuevos impactos violentos.
Una condición que habría convencido a muchos pilotos de parar, con el riesgo real de jugarse la vista, o al menos de forma óptima, a la nada venerable edad de 29 años y con una cuenta bancaria enriquecida por varios ceros. Pero Marc Márquez no entra en la categoría de los pilotos que se dan por vencidos y ha optado por continuar, aceptando, al menos de palabra, su nueva condición. Ahora podemos decirlo, después de ver cómo corrió durante el fin de semana de Mandalika. Lo suyo fueron solo palabras, fue solo una forma de convencerse de que podía cambiar de piel como un camaleón, transformándose del papel de un conductor arriesgado a un contador sobre dos ruedas, dispuesto a correr riesgos, pero no a darlo todo.
Tal vez Marc solo pudo tener realmente este enfoque en Qatar, donde a partir de un determinado momento de la vida aparecía casi cumplidor en los duelos y era batido tanto por su compañero Pol como por su hermano Aleix Espargarò, capaz de subirle a su Aprilia relegándole a una opaca quinta plaza. Un resultado que Marc obviamente no aceptó y que decidió volcar en Indonesia, donde quedó claro lo drásticamente que ha cambiado su planteamiento.
En Mandalika Márquez quería ganar
Desde el viernes en Mandalika quedó claro que los neumáticos que traía Michelin no se adaptarían a los de Honda como había ocurrido en los test, pero Marc no aceptó esta situación y cometió muchos errores. Perdió la parte trasera de su RC213V varias veces, también dando bellas imágenes a los fotógrafos, y luego perdió la parte delantera. Pero fue el sábado cuando Marc se quitó por fin la mascarilla. Las dos caídas de la Q1 explican muy claramente la situación. Si hay un choque en la parte delantera, dada también la falta de confianza entre Marc y la versión 2022 de su V4, el lado alto que se produjo después es algo muy diferente.
En la misma carrera, Marc ya había perdido una vez la parte trasera de su Honda, pero en lugar de acudir a consejos más suaves, aceptando tener que correr otro GP como actor secundario, afloró todo su instinto de caníbal del motociclismo, toda la determinación que a lo largo de los años le ha permitido ganar carreras y títulos a paso de apisonadora. Decidió seguir presionando y sucedió exactamente lo que se suponía que no debía suceder. Una caída muy violenta, un impacto con el asfalto que le provocó un traumatismo craneoencefálico y el riesgo real de haber tensionado al menos en exceso el nervio del ya debilitado ojo.
Las primeras informaciones hablaban de un Marc que afortunadamente vio perfectamente inmediatamente después del accidente, pero incluso en noviembre la diplopía no se manifestó de inmediato, sino que tardó unos días en sorprender negativamente al piloto, luego obligado a una larga parada que sin duda penalizó su preparación invernal para la temporada. Obviamente todos esperamos que el problema no se manifiestepero la cuestión es otra, que si Marc sigue sin aceptar tener que correr sin dar el 110%, puede surgir un problema más grave.
Acepta que eres humano cuando sabes que eres un fenómeno
En definitiva, se trata de aceptar que ya no es el fenómeno de 2019, sino un piloto diferente que probablemente tenga que reconstruir su propia identidad en la pista. Debe aceptar que seguir tomando ciertos riesgos en cada médico de cabecera puede llevarlo a pagar una factura demasiado alta. Una situación realmente compleja de digerir para el piloto que ha pasado del papel de dominador de MotoGP a un observador especial en cada Gran Premio. Cuando vuelva a subirse a la silla de montar, su confianza se habrá visto socavada por esa caída, pero continuar presionando hasta el límite con el riesgo de cometer más errores podría ser fatal, especialmente desde un punto de vista psicológico.. En definitiva, Marc tiene que aceptar tener que empezar de nuevo si no desde cero, al menos desde otra base. De lo contrario habrá que abandonar la idea de convertirse en un fenómeno. Es como un camino largo y difícil en el que Márquez debe aprender a perder, debe aceptar que no puede empezar en todos los GP con la idea de ganar.
En resumen, necesita aceptar su vulnerabilidad, que hoy en día está indiscutiblemente presente cada vez que se sube a la moto. Probablemente necesite dar este pequeño paso atrás antes de poder aspirar a volver a la apisonadora de 2019. En definitiva, un acto de gran madurez que necesariamente debe realizar Marc para poner fin a un chorreo que se arrastra desde hace demasiado tiempo. Su talento sigue ahí y quizás sin las dos caídas del sábado, el domingo con la lluvia hubiera ganado. En definitiva, Marc deberá tener paciencia, porque tardará en volver a ser un fenómeno. Solo acéptalo.