Ducati vive su momento de gloria en MotoGP, a fuerza de una Desmosedici GP que, al menos sobre el papel, no tiene rivales. Los próximos test de invierno servirán como aperitivo del equilibrio de fuerzas de cara a los primeros meses del Mundial de 2023, pero la competición tiene mal diente. Tanto en las reuniones del MSMA como entre bastidores se trabaja, incluso al límite de la moralidad, para frenar el avance del Ejército Rojo. La compañía ha demostrado en repetidas ocasiones que sabe cómo meterse en esa zona gris del reglamento como solo pueden hacerlo los equipos de F1. Por desgracia, el fabricante con sede en Borgo Panigale tuvo que hacer un cambio radical en la unidad de descenso frontal en movimiento, después de que los fabricantes rivales se enfrentaran y bloquearan su desarrollo desde el principio.
La fuga de cerebros de Ducati a KTM
Ahora, algunas figuras de la ingeniería fluyen hacia el gigante y rival KTM. Primero Fabiano Sterlacchini, luego Francesco Guidotti, ahora Christian Pupulin (atado y enviado al box de Austria al final del GP de Valencia), Alberto Giribuola y también el piloto Jack Miller. La marca austriaca se nutre de la fuente primaria de MotoGP, aprovechando la redundancia de preciosos ingenieros formados en la escuela de Gigi Dall’Igna. Ducati puede estar orgullosa de haber formado a un gran grupo de profesionales altamente cualificados, pero no puede hacer nada contra la fuga de cerebros. “Obviamente lo lamentamos mucho cuando deciden irse de Ducati.“, admitió el director deportivo Paolo Ciabatti a ‘Autosport’. “Pero a veces, después de muchos años en el mismo puesto, algunas personas piden un rol diferente dentro del equipo y no siempre es posible para nosotros.“.
Mattighofen all’assalto della MotoGP
Si, por un lado, algunas de las mentes abandonan la marca emiliana, por el otro, se forman otras nuevas. “Es algo que no podemos parar y sucede“, añadió el director deportivo de Ducati Corse. “Traerán mucho conocimiento con ellos, eso es todo.“. A partir de 2023, Jack Miller también alimentará al equipo KTM, tras cinco años sobre la Desmosedici en los que acumuló una veintena de podios. Cuando quedó claro que no podía defender su sillín de fábrica, se le ofreció un contrato de un año con Pramac con tratamiento de fábrica. También en este caso KTM supo aprovecharlo poniendo sobre la mesa un contrato de dos años con un salario ligeramente superior. Una propuesta a la que el obispo australiano ciertamente no podía renunciar. “Tuvo la oportunidad de ser chofer de fábrica por dos años y probablemente con un mejor salario“.
Foto: MotoGP.com