El nombre de Mauro Forghieri siempre ha sido uno de los más conocidos en el ambiente de la Fórmula 1. Esto se debe a que, cuando la categoría era aún más artesanal que tecnológica, Mauro construía auténticas obras maestras. Obras maestras que aún hoy se recuerdan en el imaginario colectivo y que sólo gracias a un genio como Enzo Ferrari consiguió llevar su brillantez al mundo de la Fórmula 1. ¿Quién no recuerda el Ferrari 312? ¿O quién no recuerda el nombre de Jody Scheckter? Aquí las cosas están conectadas y lo están gracias al nombre de Forghieri y a su pasión por los coches.
La infancia difícil de la guerra y aquella carrera que inmediatamente le llevó a Ferrari
Mauro Forghieri nació en Módena el 13 de enero de 1935, en plena era fascista. Mauro, como todos en aquella época, experimentó plenamente el horror de la guerra que trastornó la vida en la península, hasta el punto de que su padre trabajador trabajó en los talleres de Ansaldo en la zona napolitana, para ayudar en el esfuerzo bélico. La posguerra trajo mil dificultades, pero el joven nunca se rindió. Quiso la suerte que la familia regresara a Módena, donde el padre empezó a trabajar en Ferrari como mecánico de motores. El joven Forghieri, al ver el trabajo de su padre, sólo pudo aprender el amor por los motores y todo lo que rodea a un automóvil.
Los años de estudio son fundamentales para Mauro, que primero asiste al liceo científico de Módena y luego se traslada a Bolonia para estudiar en la universidad. Forghieri, matriculado en la facultad de Ingeniería Mecánica, se graduó en 1959 con una tesis sobre un proyecto de motor bicilíndrico «plano». Una tesis que dará mucho éxito al ingeniero Forghieri en el futuro. Se acabó el tiempo de estudiar, tuvo que pasar a trabajar y gracias a su padre consiguió entrar inmediatamente en Maranello. Su tarea a partir de 1961 fue la de Director Técnico de coches de carreras, tanto de Fórmula 1 como de otros prototipos. El nombramiento de este cargo vino del propio Drake, quien vio en él el futuro de Ferrari y la historia le dio la razón.
El mito del 312 que cambió para siempre la vida de Mauro Forghieri
Los primeros años los dedicamos al diseño de coches diversificados entre los prototipos para las 24 horas de Le Mans (tan queridos por Enzo) y las creaciones de coches de Fórmula 1. Hoy en día, ser ingeniero de un coche de carreras es más sencillo gracias a la tecnología, el ordenador ayuda más en trabajo, aunque hay que decir que el trabajo humano sigue siendo muy valioso. La cuestión es que Mauro trabajó sólo con las manos, probó y probó para llegar a diseñar el mejor auto. Sus conocimientos le llevaron a trabajar en cada pieza, desde el motor hasta la marcha más pequeña, para conseguir que el coche estuviera perfecto y que el piloto pudiera llevarlo hasta la meta. La esperanza era que el piloto pudiera pasar primero la bandera a cuadros.
El mito del ingeniero nació a finales de los años 60, cuando realizó su mayor obra maestra. Forghieri sacó a la luz el Ferrari 312, que sin embargo resultó inadecuado en aquellos años. De 1966 a 1969 sólo consiguió dos victorias, muy pocas, aunque en 1968 se convirtió en el primer coche de Fórmula 1 en montar el alerón trasero. El nacido en 1970 es algo completamente distinto. El Ferrari 312 B empieza a dar el salto de calidad y en apenas dos años gana 5 carreras. Lo sorprendente fue que en su primer año, el belga Jacky Ickx, luchó por el título hasta la última carrera. El trabajo de Mauro empieza a dar frutos. 1975 es el punto de inflexión definitivo, el nuevo Ferrari 312 T gana el título de Fórmula 1 gracias a Niki Lauda, y luego repite al año siguiente, sólo en el título de constructores, ante la negativa del austriaco a participar en la última prueba en Japón por la lluvia y el trágico recuerdo de la carrera de Nurburgring.
El mito que llevó a la pelirroja a grandes objetivos
El Ferrari 312 T casualmente tenía un motor «plano» de 12 cilindros, el mismo principio ilustrado en el título. Gracias a Mauro Forghieri, Ferrari logró 54 victorias, 3 títulos de pilotos y 4 títulos de constructores. El tercer campeonato de pilotos lo ganó Jody Scheckter en 1979. El sudafricano se hizo famoso porque durante 21 años marcó la era del último campeón de rojo, una pesadilla que luego fue arrasada en 2000 por Michael Schumacher. Forghieri fue también el padre de los motores turbo de la empresa de Maranello, con el famoso Ferrari 126, que ganó dos títulos de constructores: en 1982 y 1983. Su carácter siempre enérgico y muy honesto le llevó a discutir con la dirección de FIAT en 1984 por a desacuerdos sobre cómo gestionar el departamento de carreras de Ferrari. Los años siguientes fueron con Lamborghini, donde en 1993 se realizó la famosa prueba del McLaren de Fórmula 1 propulsado por la empresa Sant’Agata Bolognese, donde lo conducía un tal Ayrton Senna. Posteriormente se mudó a Bugatti y también participó activamente en la creación del motor atmosférico de BMW en el campeonato superior de cuatro ruedas. Forghieri murió el 2 de noviembre de 2022, pero mitos como él nunca se desvanecen, porque son esos personajes que nos recuerdan que la Fórmula 1 alguna vez fue pasión por el deporte y ganas de ensuciarse las manos.
FOTO: social Ferrari