¿Qué impacto tendría la eventual fuga de Marc Márquez en los programas deportivos y las inversiones de Honda HRC en MotoGP? Y, asimismo, ¿qué destino tendrá la apuesta deportiva de Kawasaki tras la fuga del as de Superbikes Jonathan Rea a Yamaha? Hablamos de dos campeones que, por talento y carisma, intervienen en el destino de las grandes empresas de las que son abanderado desde hace años. También tienen otro detalle en común: ambos tienen contratos vigentes con el contratista actual también para 2024, pero ambos querrían/querrían irse. A la crisis técnica en ambos frentes se suma el miedo a perder a los mejores pilotos, los que “marcan la diferencia”.
Un problema sistémico
La pérdida de los pilotos más fuertes tanto en la pista como en la imagen global puede desestabilizar a las dos empresas, hasta el punto de convertirse en un problema de “sistema”. Sin Rea, ¿podría Kawasaki cerrar sus negocios a largo plazo y dejar las carreras de forma permanente? Existe un riesgo y se habla insistentemente de ello en el paddock. Después de la salida de Suzuki de MotoGP, se produciría otra crisis preocupante. Entonces la pregunta es: ¿por qué los contratos de los pilotos de MotoGP y Superbike no se depositan como garantía en la autoridad deportiva, que en nuestro caso sería Federmoto Internazionale, como ocurre en casi todos los deportes profesionales? Esto no evitaría rescisiones anticipadas, que también son posibles en otros lugares, pero dejaría a los Constructores menos expuestos. Ahora, sin embargo, Honda y Kawasaki dan la impresión de estar completamente a merced de los pilotos y de sus directivos personales.
Contratos de papel maché
El contrato entre el piloto y la empresa (o equipo) es un acuerdo privado, por lo que como cualquier acuerdo de este tipo está sujeto a disputas, recursos y revisiones, también en cuanto a la duración. Precisamente por este motivo, la rescisión anticipada casi siempre está prevista de antemano y regulada por determinadas condiciones. Tomemos como ejemplo el fútbol o el baloncesto de la NBA: las empresas suelen estipular acuerdos de varios años, precisamente porque, en caso de rescisión anticipada, se pueden activar “buy outs”, es decir, compensaciones económicas. ¿Quieres irte? Cualquiera que te busque tendrá que pagarme el dinero completo.. De esta forma la “fuga” del campeón se amortiza con la indemnización, con posibilidad de reinvertir la suma obtenida para cubrir el hueco. Los contratos de MotoGP y Superbike, además de no estar depositados en ningún organismo imparcial, parecen de cartón. Desde fuera parece que los pilotos pueden liberarse sin mayores problemas.
Márquez y Rea, casos diferentes
La situación es diferente, en particular por la suma estelar que Honda HRC garantiza a Marc Márquez, es decir quince (o más) millones al año. Pero ¿qué pasaría si el piloto renunciara a parte (o gran parte…) de su salario actual para subirse a una KTM o una Ducati? ¿Cómo es posible que una empresa global como Honda, que hasta la fecha –no lo olvidemos– domina la F1 como ingeniero de Red Bull, no haya impuesto cláusulas de salida estelares para garantizar un acuerdo de cuatro años por valor de 60 millones o más? El caso Rea-Kawasaki es diferente, porque el importe del compromiso es mucho menor, alrededor de 1,5 millones de euros, una cifra que Yamaha Superbike puede poner sobre la mesa, dado que es la misma que rechazó la renovación por Toprak Razgatlioglu, que acabó en BMW. Pero incluso entonces: ¿cómo es posible que Kawasaki no se haya asegurado de cubrirse adecuadamente las espaldas en caso de una rescisión anticipada?
Federmoto, si estás ahí, da un golpe.
Jorge Viegas, el hábil estratega presidente de la FIM, está intentando erosionar el poder de Dorna y restaurar lo que debería ser el papel federal de garante de las más altas expresiones de nuestro deporte. En Superbike va ganando posiciones, mientras que en MotoGP el peso de la “dirección” de Federmoto sigue impalpable. Imponer la obligación de presentar los contratos de los pilotos de MotoGP y Superbik no sería decisivo, porque al final siempre habrá disputas sobre los acuerdos. Pero sería una señal de “poder”. Y, sobre todo, una manera de tener un papel específico en este tipo de negociaciones, para proteger (al menos en parte) incluso los intereses “supremos”. Por otra parte, se podrían imponer tiempos determinados y definidos para el “mercado de conductores”, que ahora está siempre abierto. Las bochas de 2024 aún no están paradas y ya se habla de cambios de camiseta para el año siguiente. Los pilotos y sus secuaces tienen la ventaja.
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