La historia de los motores y por tanto de la Fórmula 1 está llena de hermanos, pero dos son los más recordados de todos los tiempos. Los hermanos Rodríguez marcaron una época deportiva y sobre todo enamoraron a México del automovilismo, sus hazañas aún se cuentan dentro de su nación. Su historia es la de quienes hicieron fortuna en el extranjero pero también abrieron los caminos de las cuatro ruedas a los mexicanos. Ricardo Rodríguez Vega y Pedro Rodríguez Vega son recordados por lo que dejaron al mundo de las cuatro ruedas, pero también por su trágico fallecimiento, que aún hoy se vive con gran participación el pueblo de México.
Ricardo desde su llegada a la Fórmula 1 hasta el GP de México de 1962
Pedro es el mayor de los dos hermanos, nació en la Ciudad de México el 18 de enero de 1940. Ricardo nació dos años después, más precisamente el 14 de febrero de 1942. Los dos jóvenes mexicanos no crecieron rodeados de automóviles, sino que primero pasaron en bicicleta. y luego campeonatos de motos. 1957 es el año del cambio, ambos entienden que su pasión son los coches. Al año siguiente ya han comprendido su destino y deciden llegar al viejo continente. Europa es la tierra de las 24 horas de Le Mans, el hermano menor Ricardo parece tener más talento que Pedro, y Enzo Ferrari decide darle al menor un volante de Fórmula 1. El menor de los Rodríguez debuta en la Fórmula 1 durante las 24 horas de Le Mans. GP de Italia de 1961. Ricardo, tras una gran actuación, se vio obligado a retirarse a pocos compases del final.
El chico incluso había conquistado la primera fila, pero una avería en su 156 F1 le obligó a retirarse. Enzo Ferrari le adora y por eso le ofrece un contrato en la máxima categoría para 1962. El piloto alterna carreras en la Fórmula 1 y fuera de ella, logrando excelentes resultados en las carreras suplementarias, siempre con el Cavallino Rampante. La primera semana de noviembre de ese año se celebró el GP de México para la F1, pero no contó para el campeonato. Por ello, el equipo de Maranello decidió no participar en el evento. El joven Rodríguez se preocupó tanto, hasta el punto de llegar a un acuerdo con Lotus que le incluyó en el equipo de Rob Walker. El viernes del GP de México resultó fatal para el joven Ricardo, que intentando marcar el mejor tiempo en los entrenamientos libres perdió la vida con sólo 20 años.
La muerte de Ricardo conmocionó a su hermano
El 4 de noviembre de 1962 falló la suspensión trasera derecha del Lotus de Ricardo. El conductor estrelló su coche contra el suelo que bordeaba la pista, saliéndose volando y muriendo unos minutos más tarde. La tragedia sacudió a su hermano mayor Pedro, que mientras tanto se había abierto camino en otros campeonatos. Tras un momento de debilidad por la marcha de Ricardo, Pedro llega a la Fórmula 1 de forma más estable en 1963. Desde ese año hasta 1966 corrió esporádicamente con los colores de Ferrari y Lotus. En 1967 decidió correr con Cooper, donde en la carrera inaugural de la temporada en Sudáfrica ganó su primera carrera de F1. En 1968 pasó al BRM, donde no ganó ninguna carrera pero subió al podio tres veces.
1969 no transcurre como debería, pero en 1970 vuelve a conseguir con BRM su segunda victoria en la Fórmula 1. Spa-Francorchamps en Bélgica es la cuarta etapa de la temporada y el mexicano pasa primero la bandera a cuadros. En 1971, Pedro decidió continuar con el equipo inglés, alternando como siempre había hecho en su carrera con carreras extra. El 11 de julio de ese año, el mayor de los Rodríguez participó en una carrera en Alemania en Norisring válida por el campeonato Interserie. El mexicano perdió la vida ese mismo día, mientras corría con el Ferrari 512M en el equipo de su amigo Herbert Muller, con tan solo 38 años. Pedro llega así a Ricardo, poniendo fin a la historia de los hermanos Rodríguez.
Ciudad de México aún recuerda a los hermanos Rodríguez
El pueblo mexicano nunca ha olvidado a estos dos grandes hermanos, ni siquiera por un momento. Hoy en México se corre la Fórmula 1 en la Ciudad de México, en el circuito que lleva el nombre de los dos hermanos desaparecidos. Ricardo todavía hoy es recordado por su gran talento y cómo supo encontrar de inmediato el límite de su auto. Pedro, por su parte, es recordado por sus grandes habilidades cuando la pista se mojaba. Los dos están enterrados en el cementerio de la capital mexicana. Las iniciativas que quedan en su memoria son innumerables. Si México ama tan visceralmente la Fórmula 1, tanto que se convierte en una celebración cada vez que pasa, se lo debe a estos dos hermanos. Hermanos que lo han compartido todo en la vida: alegrías, decepciones, cambios y lamentablemente también una muerte prematura, corriendo en un coche.