Pilotos futbolistas sí, pero pilotos futbolistas absolutamente no. Es la dura ley de los goles: si eres futbolista no puedes andar en moto, ni siquiera en scooter. Hay quien lo hizo, como Ibrahimovic, pero es una excepción. Por contrato, los jugadores de clubes europeos no pueden practicar otros deportes que no sean el fútbol o dedicarse a aficiones con riesgo potencial de lesión, y entre ellas, el motociclismo ocupa la primera posición.
Los motociclistas normalmente pueden patear una pelota con amigos pero también participar en partidos benéficos o promocionales como el que se organiza con motivo del Gran Premio de San Marino. A los pilotos se les permite prácticamente todo sin correr riesgos y con cuidado. Y así están los que juegan al fútbol, los que practican snowboard, los que van en bicicleta, los que esquían… Durante las vacaciones de invierno se dieron el gusto, dentro de los límites de la legalidad y el sentido común.
Cristiano Ronaldo, por su parte, es un apasionado de los motores pero durante su espléndida carrera tuvo que abandonar por completo las motos. Ahora deja los clubes europeos para jugar en Arabia Saudí en el Al Nassr. Ganará cifras astronómicas como todo el mundo sabe, tanto que los sueldos de los pilotos de MotoGP parecen centavos en comparación. Sin embargo, más allá del dinero, CR7 conquistará la libertad de poder hacer lo que le gusta. Probablemente podrá subirse a una motocicleta y divertirse, lo que nunca ha podido hacer en los últimos veinte años. Conoce a varios jinetes, desde su compatriota Miguel Oliveira hasta Fabio Quartararo, pero solo pudo usar traje y casco para un comercial. Un paréntesis muy corto pero que dejó huella. Por otro lado, CR7 tiene pasión por los motores en su sangre. Nació en Madeira, entre plataneras, cruces de caminos y caminos donde puedes ir a divertirte con tu moto de enduro.
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