Imagínese si un controlador de computadora como Max Verstappen pudiera hacer mal los cálculos. A falta de seis Grandes Premios, el campeón holandés ha ganado el tercer Campeonato del Mundo de Fórmula 1 de su deslumbrante carrera. Sólo Sebastian Vettel, antes que él, había logrado lograr un triplete de campeonatos del mundo a la edad de 26 años. A esta edad aún muy verde, el antiguo niño prodigio, hijo del arte de José, piloto del mediocampo de los años 80 y 90, ya ha igualado puntuaciones con leyendas del pasado como, entre otros, Niki Lauda y Ayrton. Sen. Los siete Mundiales conquistados por Lewis Hamilton y Michael Schumacher aún están un poco lejos pero su talento y su edad juegan a su favor. Quién sabe dónde acabará el Super Max: en la carrera sprint de Qatar le bastó con un sexto puesto, en el improbable caso de que su aturdido compañero de Red Bull, el mexicano Sergio Pérez, ganara. Ocon, en cambio, lo empujó a la arena en la vuelta 11 de las 19 previstas, cuando sólo era décimo. El retiro le entregó el título a Max.
Piastri la primera victoria.
El tercer coche de seguridad de este sprint tan complicado fue necesario para retirar los coches averiados. Piastri (McLaren) estaba al mando, seguido de Russell (Mercedes) y Verstappen. Cuando se reanudaron las hostilidades, el novato de 21 años logró mantener una ventaja de dos segundos sobre Verstappen, quien, una vez que se deshizo de Russell, tuvo que «congelar la clasificación, por invitación del garaje Red Bull, debido a un neumático presuntamente dañado. Para Piastri es la primera victoria en la F1, aunque para las estadísticas el sprint no es válido. Sin embargo, crece la sensación de que se trata de otro pequeño fenómeno. «Es palpable. El podio lo completó Lando Norris, con el otro McLaren. Mala noche para Ferrari, que cometió un error al montar los neumáticos rojos, que cedieron al final.
Milagro Red Bull
Max Verstappen ha dado alas, todo hay que decirlo, a un formidable monoplaza, el RedBull RB19 diseñado por el mago Adrian Nevey. Un técnico obsesionado por la sed de éxito, que en más de treinta años de F1 ha diseñado misiles formidables. Ahora que ha encontrado un fenómeno como Max Verstappen, el desafío se ha vuelto desigual para sus oponentes.
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