Álvaro Bautista ha roto la Ducati rápido en el Campeonato del Mundo de Superbikes que duraba once largos años, es decir, desde Carlos Checa 2011. Pero el título de quince pilotos sobre todo recuerda el primero de la serie, celebrado en Australia con el francés. Raymond Roche en 1990. También esa vez el eco del triunfo llegó a Italia de madrugada y uno de los primeros en saberlo fue Gianfranco Castiglioni, hermano de Claudio, entonces número uno de la marca del Bolonia. Tuvo que descolgar el teléfono, porque no había habido retransmisión en directo: ni Rai ni Telemontecarlo, que poseía los derechos de TV, habían querido hacerse con el caro alquiler del satélite. Los fanáticos italianos vieron las imágenes días después. Eran otra época y otra Superbike. Pero sobre todo era una Ducati muy diferente a la actual.
David contra Goliat
El triunfo en Superbike con la mítica bicilíndrica 851 causó sensación porque se presentó como la empresa de la pequeña empresa italiana que había puesto de rodillas a los gigantes japoneses. Fue así como así. La operación había comenzado solo dos años antes, en 1988, al mismo tiempo que la primera edición de la Copa del Mundo. El 851 que Marco Lucchinelli llevó al éxito en la ronda inaugural en Donington viajaba a bordo de una camioneta OM, una reliquia de la gestión fallida de State Holdings. Los hermanos Castiglioni fueron subiendo las probabilidades, partiendo de la pista, pero el legado de la gestión pública aún era palpable. Ahora todo se ha dado vuelta, Ducati derrota en los dos campeonatos más importantes. Aparte de los japoneses, hoy el Rojo de Bolonia es el verdadero Goliat del motociclismo.
Da Roche a Bautista
Suerte, ya en la avenida del ocaso, tras la temporada de debut se convirtió en director del equipo confiando en Raymond Roche, ex 500 y hincha de los Castiglioni.En el 89 faltaba fiabilidad, al año siguiente lo hizo el rapidísimo transalpino. En 1990 tenía 33 años y tenía algunos puntos en común con Álvaro Bautista. Pequeño y talentoso, un descaro. En la máxima categoría había competido con Honda y Yamaha oficiales, pero nunca dio el salto definitivo en la era de los gigantes de las 500. A menudo lo que le había traicionado era el carácter turbulento de una Marsellesa. Una incompleta muy rápida, un poco como lo era Alvarito en MotoGP.
cuanto sufrimiento
Roche también cerró el Campeonato del Mundo con una ronda anticipada, en medio del tríptico que había llevado a Superbike por primera vez a Malasia, y en sucesión a Australia y finalmente Nueva Zelanda, con los juegos ahora terminados. En Phillip Island Rayomond era contable, un poco por táctica pero sobre todo porque los ases australianos en casa eran inexpugnables. Los equipos europeos, Ducati a la cabeza, no tenían referencia, era la primera vez que se disputaba el Campeonato del Mundo en la isla de Filippo. Roche terminó quinto en la carrera 1 y luego se conformó con un octavo en la decisiva. En boxes enloquecieron de alegría al punto que…
¡Lucchinelli quería detener a Roche!
El único que pudo aplazar la fiesta fue Fabrizio Pirovano, con Yamaha. Cuando los Ducatistas se dieron cuenta de que el Piro no podía pasar del quinto puesto, y por tanto estaba hecho, exhibieron una gigantesca “CAJA” de la pared. Marco Lucchinelli, el gascón de siempre, había decidido que con eso era suficiente, la Ducati era tan superior como para llamar a Roche para que empezara la fiesta incluso antes de tiempo. «Cuando vi el letrero me eché a reír a carcajadas» Roche, que conocía bien a sus gallinas, dijo, y no pensó en volver a casa. La fiesta de Ducati en Phillip Island acabó pasada la madrugada, la del día siguiente, tan loca que acabó en las páginas de los informativos locales. Apuesto a que Álvaro Bautista, en su resort de Lombok, se acostará mucho antes que Raymond Roche.